domingo, 23 de octubre de 2011

Todo a 100


Con ésta van cien entradas de quemalaprensa. Cien relatos multiétnicos llenos de chinos, penes, casposos, cosas extrañas y pensamientos inusitados.

Cien entradas en un año y medio. No parecen muchas, pero la crisis ha causado estragos a todos los niveles e igual ha sido mejor.

El cien es un número contradictorio. Te puede parecer poco y te puede parecer mucho.
Por ejemplo: tienes 15 en la quiniela y vas a cobrar 100 euros. Es poco. Por el contrario, recibir una patada genital duele. Pero 99 más es mucho. Un infierno.

Mola el cien. Un número redondo, Una centuria, un siglo, un centenar... Evocar al 100 es evocar un clásico, y para clásicos, el Todo a 100.



Y sus sucesores: el Todo a 100, 200, 500 y más, el Todo a 1 euro -al cambio Todo a 166,3- y el Chino, que acabó con todos.


Y es que los chinos no podían faltar a este centenario. Aunque se resistan a visitarnos, hay más entradas dedicadas a ellos en quemalaprensa que ninguna otra circunstancia, lo cual debe de querer decir algo.



En los antiguos Todo a 100 no había chinos, y tampoco tantos y tan peculiares productos como hay ahora en los Chinos.


Por ejemplo, el siguiente artículo no lo hubiesemos encontrado en un Todo a 100, salvo que los chismes llevaran enganchada una cadena y sirvieran para tapar la bañera.


Quizá alguna abuela lo tenga en la pared de la cocina para colgar los trapos, pero son unos pezones. Unos pezones turgentes, para ir marcándolos. Sensualidad a tres euros.

El ideador de este producto debió de ser de niño la mente aventajada de su escuela, allá en la remota región de Xinjiang.

A poco que eso se mueva, acabará uno mirando a Pinto y el otro a Cuenca, o tal vez los dos a Tarifa. Además, ¿y si ligas?: ¿cúando te quitas los pezones?

Esto tampoco lo encontraríamos en un Todo a 100, también se habrían adelantado a su tiempo. Dos objetos de practicidad manifiesta y eficacia contrastada.


Porque de todos es sabido que, además del móvil, a los seres humanos nos gusta llevar siempre encima algún plátano, en el caso de los españoles, por supuesto, canario.

De ahí la necesidad de inventar el portaplátanos, objeto multiusos que puede completarse con el rodajaplátanos, muy útil también siempre que no se pruebe su resistencia con un salchichón.

Además, sabemos cómo luce un móvil en el bolsillo delantero de unos vaqueros. Pues un portaplátanos. Igual hemos descubierto el secreto de Piqué.

A diferencia de los Chinos, los Todo a 100 vendían productos baratos de todos conocidos. Luego tú ya lo amoldabas a tus necesidades, a veces con riesgo incluso para la propia integridad.


Pero en la división no alimentaria de los Chinos tienen artículos que no sólo no hemos visto antes, sino que ni siquiera podíamos imaginar.


O sí, pero de gris, los Masillas de los Power Rangers. O con boina. Por cierto, que éstos dicen que dejan las armas, pero se las quedan de recuerdo.


Y esto ha sido el centenario. Empezaba con el cien, de ahí al Todo a 100, a los pezones de tres euros, al portaplátanos y al rodajaplátanos, para acabar en la playa entre chinos y etarras. Sólo faltan Delfín hasta el fin y la Guardia Civil.

Pero sí, la entrada número cien hace justicia a lo que suele ser quemalaprensa. Quizá no debamos celebrarlo.


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