lunes, 3 de octubre de 2011

El mejor amigo

Cuando llegó a casa no lo encontró en su cestita.

Miró por todas partes, también en el jardín, pero había desaparecido sin dejar rastro.

Su mejor amigo ya no estaba y rompió a llorar.

En apenas un instante recordó cada una de las veces que habían sido felices juntos.

Nadie le había dado nunca tanto cariño y comprensión sin pedir nada a cambio.

No concebía vivir sin él. Se sentía bien cuando jugaban juntos, incluso cada vez que lo acariciaba.

Siempre pensó que ambos estaban predestinados a ser los mejores amigos de por vida, y se esfumó.

Pasaron los días y llegó a pensar que lo había perdido para siempre. Pero no.

La diosa fortuna quiso que se le volviera a presentar ante sus ojos en pleno salón de su casa.

Volvieron a saltársele las lágrimas, aunque esta vez de júbilo.

Ahí estaba de nuevo su mejor amigo, con el que tantos momentos felices había compartido.


Lo tenía el puto perro.


Entradas relacionadas:
El amigo americano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario